Día a Día
En los primeros días de sol que nos regalaba la primavera,
se calentaban las calles de esa ciudad mística, con aires de fantasía, por la
cual paseábamos de vez en cuando, cuando recordábamos que existía un mundo fuera de la
casa.
Todos esos tiempos son lejanos. Memorias que uno va
desbloqueando cuando el primer rayo primaveral acaricia nuestra piel. El hedor
era el mismo, uno neutral con sabor a esperanza, de seguir, de vivir después de
morir.
Un trabajo arduo me esperaba a la vuelta de la esquina, con
sus papeles y exigencias me tomaba el tiempo, para comprobar que yo llegase
temprano y decidí caminar despacio, lentamente saboreando las caricias de
antaño, esas que ya solo habitan en mi recuerdo.
El dolor es inmenso, como un puñado de hachas fugaces que
vuelan y caen en mi cuerpo antes de darme cuenta para esquivar los ataques.
Camino día a día sabiendo que vienen así de la nada, a irrumpir en mi proceso
de encontrar paz. Pero camino. Sigo adelante.
Un rechazo discreto a uno le triza las ganas, pero uno con todas
las palabras y puntos finales resaltados, esos te quiebran el espíritu.
Camino así paso a paso, con pequeños pies y el corazón
estrujado. Busco un saco, ya que el sol no me calienta y vuelvo a salir.
Pero en el caos todo es más hermoso. Como mecanismo de
defensa cuando uno tiene el corazón partido, aunque en este caso lo llamaría, pulverizado,
el cuerpo empieza a manifestar una belleza inigualable, entonces se afinan los
sentidos. El del tacto, el olfato y sobre todo el de la vista. Los colores son
más intensos, con un rosa pastel brillan las flores y los árboles que alfombran
este camino por el que voy caminando.
No existe el pasado, me lo repito en numerosas ocasiones, no
mires atrás y sin notarlo cae sobre mi esa arma blanca que desgarra lo que ya
se estaba regenerando.
Si tan solo me regalaras una última vez ese abrazo que nos
dábamos al final del día para reconstruirnos quizás me serviría como escudo y
todo estaría bien.
Dicen que los recuerdos son la muestra definitiva de que lo que era presente pasó. Todos tenemos cicatrices y muchas como dicen al final del señor de los anillos, echan raíces profundas y no terminan de sanar. Una vez escribí, aun me acuesto por las noches lamiendo viejas heridas, y que gran verdad... Pero en fin no hay nada mas bello que sufrir por amor, eso quiere decir que verdaderamente amaste. Y si aun puedes percibir, el viento de primavera, los aromas y las flores. Quien sabe, ese corazón que es como una flor, aun no se ha marchitado en la doliente noche de los días pasados y aun quiere abrirse a los nuevos días que esperan...
ResponderEliminarHermosa narración. Ánimos y saludos a la distancia.