Entre escombros y zombies

Mientras el mundo se derrumba, yo reconstruyo el mío.

Siempre fuiste un hombre severo, pero mantenías  el equilibrio con un cariño inigualable. Un perfecto futuro doctor, que no tiembla al decir verdades y que deshaucia con ternura cuándo la vida que llevamos no va hacia adelante.

Así mismo fue la hecatombe de nuestro amor, con un diagnóstico de metástasis lo dormimos para siempre, dejamos de alimentar nuestro cariño, el pasado, y aquí estamos viviendo después de nuestra muerte.

Me enfrenté con tu mirada tan firme y entendí que el procedimiento a seguir era dejar de lanzar patadas de ahogado. Nos dejamos ir lentamente, mucho antes de la decisión final. Alargamos  el dolor sólo por la satisfacción de seguir siendo compañeros, se nos olvidó que nunca dejaremos de serlo.

Ese puñado de promesas lo soltamos poco a poco y así se nos fue de las manos, mientras que una distancia implacable nos iba separando aún estando en la misma cama.

¿Cuál es el procedimiento doctor?

Te mentiría una vez más si dijera que tus besos imaginarios no son los que me proporcionan esta calma, te mentiría si dijera que la fantasía de renacer no es la que me tiene de pie.

A ratos miro tu casa, esa que era tuya y mia por largos minutos, o quizás son cortos, y me planteo la pregunta crucial, esa que me alerta a cambiar.

¿porqué  Dios?

Pero me cansé de llevar los escombros de las malas decisiones y más aún de culpar a deidades que nisiquiera consideró existentes, entonces entre suspiros y llantos libero las culpas y doy pasos de gigante que me acercan cada día más a tu verdad, esa que siempre quisiste compartir conmigo.

En este mundo de pandemias, emergencias sanitarias y sistemas políticos diafuncionales, tu me enseñaste que la bondad, en su forma más pura, existe.

Te llevo como una foto en mi billetera y miro tu sonrisa de vez en cuando. Me regalaste miles de razones para amar de verdad a ti y al universo  y las llevo en mi día a día. Las contemplo con la nostalgia del arrepentido y las invoco con la desesperación del enamorado. Siempre teniendo en cuenta tu ausencia corporal, esa que mi alma pide a gritos y apasiguo la necesidad con canciones y razocionios.

Me planteo una vez más mis conceptos y creencias, ya que tu te haz encargado de reescribir hasta mi infancia y entiendo que el amor es vida.

Uno no piensa en la muerte, pero sabe que llegará más tarde que temprano, así mismo uno debe ver el amor.

Y con eso no me refiero a que deberíamos creer que toda relación tiene fecha de caducidad.

Todo lo contrario. Me invito a mi y a ti Y al mundo a morir por Amor y a renacer por el mismo motivo.

La pregunta existencial de qué nos espera después de la muerte la podemos responder nosotros, los positivistas y los románticos empedernidos


                        Todo.



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